Mad men

“A mí me basta con la recreación del Nueva York de esa época. Sentimentalmente mi Nueva York es ése. Los años cincuenta, primeros sesenta. Para mí el mundo empieza a estropearse a partir de 1968 con esa libertad y ese descontrol”, le dice Enric González a Carlos Boyero. “Empatizo más con estos pirados machistas, tabaquistas, alcohólicos. Prácticamente ninguno de los personajes es salvable, lo cuál augura un futuro interesante”.

Escrita por Matthew Weiner, guionista y productor de las últimas tres temporadas de los Soprano, Mad Men se ambienta en una agencia de publicidad en Manhattan, cuando Ervin Drake escribía “It Was a Very Good Year”.

Hace unos días vi El apartamento, de Billy Wilder, y me ocurrió lo mismo que con Goodfellas (Uno de los nuestros) y los Soprano. En esta última es más evidente, pues varios actores de la serie ya trabajaron en la película de Scorsese, como Lorraine Braco, protagonista de Goodfellas junto a Ray Liotta, y psiquiatra de Tony Soprano, o Michael Imperioli (Chris Moltisanti), que incluso homenajea en la serie su papel en la película. Ambas, El Apartamento y Goodfellas, pueden ser la base del imaginario que Mad Men y Los Soprano, respectivamente, convierten en propio.

Mad Men recupera, también, el sueño americano de Alan Ball (American Beauty), pero desde el lado de los que sobreviven, en casa y en la oficina. No sería demasiado osado, tampoco, reconocer la influencia de Six Feet Under, en la manera de explicar algunas cosas, las más emocionantes. Le preguntan a Matthew Weiner si el matrimonio está condenado al fracaso:

Drama is not based on contentment, so maybe it’s artificial. But I do take things from my own marriage. I do take every sort of insecurity and weakness that I can and put it in. There’s a lot of my life in there. I don’t think marriage is untenable.

Mad men es Manhattan, la infidelidad, la liberación sexual, la campaña de Nixon, la victoria de Kennedy, Exodus, el lema de Lucky Strike, John Coltrane, Salvatore Romano, “A beautiful mine” de RJD2, el carrusel de Kodak, Joan Holloway, los cocktails, y la música:

Julie Moon – Flight me to the moon

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