Crónica del Primavera Sound 2009 (jueves), BCN

Mientras Messi perdía la vergüenza camino del Camp Nou, en la otra punta de la diagonal arrancó el Primavera Sound. No habíamos estado antes desde que se ubica en el Fórum. Nos acordamos de 2001 en el Poble Espanyol, hace ocho años escuchábamos más pop, La Buena Vida actuaba a las cinco de la tarde en un escenario pequeño y torcido en lo alto de Montjuïch. Ahora volvemos por el ruido de Yo la tengo, My Bloody Valentine, Aphex Twin y Squarepusher.

Llegamos a los últimos temas de Joe Crepúsculo, que golpeaba un gong de forma rara, cerró con Suena brillante, qué alegría y qué saltos daba la gente. En YouTube El Show de Joe Crepúsculo.

A Yo la tengo los vimos de perfil y reservamos el escenario principal para la descarga de My Bloody Valentine, por quienes la organización repartió tapones para los oídos. “¿Es una acción de márketing?”, preguntaba Miquel. No hicieron falta, no aceptamos reducir la emoción del ruidazo. Interpretaron su disco Loveless (Creation, 1991): álbum en Spotify.

Phoenix, descafeinado, en el escenario Rockdelux, y The Bug en el Pirchfork, optamos por el inglés, productor de London Zoo (Ninja Tune, 2008): álbum en Spotify. Descargó su arsenal de dubstep negrísimo, con un MC que preguntaba “¿Quién ha ganado la Champions?”, y luego “¿Dónde están las chicas sexys?” “Aquiiiií!!!” gritaba una chica saltando entre la marabunta. Una gran sorpresa fue Ponytail, que interpretaron el fantástico noise-pop de Ice Cream Spiritual (We are free, 2008). Genial: álbum en Spotify.

La noche fue y será la de Aphex Twin, de espaldas al mar, sesión de DJ de dos horas. Empezó lentísimo, con bombo, bastante deep, rollo NRK, incluso minimal, y el primer tramo fue derivando en electro de la vieja escuela, IDM, bonito, muy emocionante. Y se fue torciendo. “Era precioso y se ha pasado al lado oscuro”, decía alguien a nuestro lado. Así es la vida, y acabamos botando con gabber y su drum’n’bass pasadísimo. Aphex Twin en Spotify.

Cerró Squarepusher, nuestro reclamo, y fue suficiente verle tocar el bajo y saber que existe para volver a casa con las preocupaciones más ligeras que antes. En YouTube, actuación de Squarepusher en BBC2’s The Culture Show.

Festivalazo. Los servicios, el cartel, el sonido, la ubicación de los escenarios, la comida, los cubatas de jack & cola a cinco euros, las gradas, el césped para tumbarse, el mar al lado, y poder volver a casa en taxi. Enhorabuena a la organización. Quedan dos días, ¡aprovechad!

Barcelona Negra

bcnegra

Coordina Rafael Jiménez, inspector del Cuerpo Nacional de Policía y responsable del Gabinete de Prensa, esta colección de casos ocurridos en Barcelona (Planeta, 2009).

Los relatos están escritos por periodistas de sucesos y el escritor Andreu Martín, quien en nombre de un policía desconocido, relata el secuestro de Quini desde dentro. Explica que Alexanco era el encargado de hacer la entrega del dinero para que la policía capturara a los secuestradores, y tuvo que ir sólo, en coche, hasta Girona: “Alexanco se comunicaba con nosotros a través de los radiotransmisores policiales. No paraba de decir ‘Y ahora qué hago, y ahora qué hago?’, y nosostros no sabíamos decirle. ‘Haz lo que te digan, tú sigue'”. Un rato después estaba cerca de Francia hablando con los secuestradores: “Que yo no puedo pasar la frontera con cien millones de pesetas, hombre -insistía Alexanko por teléfono”-. “Que soy un futbolista conocido…”

En esta Barcelona de antes de las olimpiadas, se bebe Veterano, los tironeros marroquíes se hacen llamar Gary Cooper y Cary Grant, y el policía que va a tumbar una puerta de una patada se queda con la pierna encallada, esto va con nosotros. Los malos del Barrio Chino no pasarían el casting para salir en The Wire, el Vaquilla tampoco es Omar, pero es “lo nuestro”, que diría Justo Molinero. “La detención del americano”, narrada por Carles Quílez, es delirante, la persecución arranca en un DIA y sigue en burdeles del cinturón industrial, para desgracia y suerte de un periodista novato que un día antes de empezar a trabajar es tomado como rehén.

Los relatos más duros: Hipercor, el crimen del Putxet, o el asesinato de Anna Permanyer, por citar los más mediáticos, recuerdan que hay una crónica de sucesos que está muy lejos del sensacionalismo de la televisión, con los mismos hechos, mejor explicados. Y es una crónica del delito y la investigación, en ocasiones cercana a la novela negra, porque tras los disparos hay historias de personas.

Crónica de una semana en San Petersburgo

En Semana Santa fui a San Petersburgo para ver a mi amigo Sergio, Querido Andrés en este blog. Lleva tres años en Rusia, da clases de español en una academia pero está esperando que le den una beca para dar clase en la universidad porque el sueldo es bastante bajo. Varios días antes de salir sus padres me trajeron cinco kilos en víveres: queso, chorizo y jamón envasado al vacío, un litro de aceite en una Xibeca y dos paquetes de café Saimaza.

Su piso no tiene lujos pero es cómodo, la calefacción la abren o cierran desde algún despacho, pero les sobra la energía y es muy barata. El agua del grifo es imbebible, a veces sale marrón, pero tiene una conexión excelente a Internet de 250 Kb de bajada. Si sólo tiene dos platos y un cuchillo sin afilar es una incompetencia de otra índole, nada que ver con Rusia, porque tienen Ikea.

Al poco de llegar conocí a parte de la colonia española. Telemadrid emitía su programa “Madrileños x el mundo”, que estaba dedicado a San Peterburgo y lo vimos a través del satélite, con varios de sus protagonistas. Creo que ninguno de ellos comparte los motivos de otro para estar allí. La decisión puede ser romántica, porque es un reto profesional, por la promiscuidad sexual, o por aburrimiento. Supongo que constantemente deben valorar si esos motivos compensan para seguir allí, si no es así, es que están casados, o perdidos, o ambos.

Había varios periodistas, un directivo de multinacional, y un par de profesores. En la lejanía y con ese frío, se soportan, se ayudan, ríen, y comparten una intimidad emcional que en otras circunstancias sería difícil de imaginar. Las reuniones de españoles giraban, casi en su totalidad, sobre la paciencia que hay que tener para vivir en Rusia. Seguramente por la necesidad de reforzar sus coordenadas de lo que es normal y lo que no, del si soy yo o son ellos. Una sensación que me contagiaron sin que yo opusiera ninguna resistencia y que acabaría por acompañarme el resto de días que pasé en la ciudad.

Me llevaron al Fidel, un bar al que no iría en mi propia ciudad. En el Fidel pinchan cada día y a los DJs les encanta el flanger y Fatboy Slim, a mí también, pero tres temas seguidos es excesivo. Y éste podría ser el mejor de los casos, porque abunda el mainstream, ruidoso y monótono. El jolgorio sexual va en la misma línea que la música. Todo en general es bastante bruto, no hay ninguna sutilidad, ni sensualidad, ni nada. No faltan los justicieros, le partieron la cara a un turco, ni los oportunos, otro día se montó una partida de ajedrez en el mejor sitio para interrumpir el paso, en general hay un desfase desproporcionado, peliculero, todo son excesos. Es un garito para perderse. Los mejores y los peores momentos de la semana los pasé allí.

Hay un club de techno, The Tunnel, no fuimos, no había garantías para ir y volver en condiciones. En una lavandería-bar actuaba un grupo moderno llamado Tundra. El momento estelar fue el concurso de bailar y beber cerveza. El que más bailara y bebiera, ganaba, el premio era un leño. En otro garito, el Achtung Baby, encontramos algo parecido a un recital de poesía. Ahora compruebo que el poeta, Evgeni Miakishev, no sale ni en Google. Un amigo suyo que parecía un mendigo era el maestro de ceremonias. Yo no entendía nada, Sergio me traducía algo, pasamos del sprite al vodka. Una mujer que subía a veces al escenario cantó esta canción, investigamos la letra pero no tenía sentido:

Hay un plato georgiano delicioso, el Kachapuri, es un pan ovalado relleno de queso que recién hecho se cubre en el centro con nata y un huevo que termina de cocerse sobre el pan todavía caliente. Con el café, Raúl, profesor de la español en la universidad, estalló en su apogeo tabernero, explicando su visión de Rusia:

Los paseos por la ciudad eran largos, grandes avenidas y mucho polvo, todos los coches son marrones de cintura para abajo. Es un polvo que puedes masticar, y si nieva es mejor que cuaje, porque si no, se forman charcos de barro. Supongo que debería rendirme ante la belleza de la ciudad, de los edificios neoclásicos, de los canales, o las iglesias ortodoxas, y debe haber motivos formales para que así sea, pero como también es emoción, y a mi me provocó más bien poco, pues no me extenderé en este aspecto.

Supongo que esta indiferencia está relacionada con el absurdo, con el disparate, empezando por el delirio megalómano de Pedro el Grande, el zar que mandó construir la ciudad sobre un pantano hace trescientos años. Quiso que fuera una ciudad europea, una “ventana hacia occidente”, y trajo a arquitectos franceses e italianos, dicen que de segundo nivel. La mitad de los trabajadores murieron de hambre y frío. Ahí empieza parte de su historia literaria. Luego llegaría la revolución rusa, el comunismo, y los casi tres años en que fue sitiada por los nazis.

Los edificios imperiales siguen ahí, sobre el lodazal, y la sociedad rusa, que vive entre la resignación y la necesidad de seguir creyendo en algo tras todos los fracasos vividos. Al volver encontré la ilustración de Juanjo Sáez (Rockdelux 272) del tema O Superman, de Laurie Anderson (1982), que dice: “Porque cuando el amor se acaba, siempre queda la justicia, y cuando la justicia se acaba, siempre queda la fuerza, y cuando se acaba la fuerza, siempre queda mamá”. Y al lado una foto de Putin.

En la Fortaleza de Pedro y Pablo están enterrados los zares y en la orilla del río Neva hay una playa. Es un paseo agradable, con vistas a la ciudad desde la arena, hacía sol: álbum en Flickr.

Querido Andrés, si te dan la beca volveré, ¿podemos bañarnos en el río? Habla con los dueños del Fidel y la lavandería, convenceré a Llorenç y nos traeremos los discos.

Nota para feeds: vídeos en el post y en vimeo